«Ya me avisaron de que si paría por cesárea igual la niña necesitaría algún bibe porque tarda más en subir la leche… y estaban en lo cierto».
Mira que lo he oído veces, pero no me acostumbro, ya que aunque la lactancia materna es lo natural, también hay ciencia detrás; sabemos cómo se inicia la lactancia materna y cuál es el detonante que hace que se ponga en marcha toda la maquinaria para poder alimentar a nuestro bebé con nuestra propia leche.
La hormona encargada de la producción de la leche materna y el mantenimiento de la lactancia los tres primeros meses es la prolactina. Esta hormona está presente en la mujer embarazada y va en aumento conforme avanza la gestación, pero no actúa porque está inhibida por los estrógenos y la progesterona de la placenta. Cuando la mujer pare, ya sea vaginal o por cesárea, se expulsa la placenta bajando entonces en dos días los niveles de estrógenos y progesterona y pudiendo actuar así la prolactina. Por eso se dice que la subida de la leche suele ser entre el segundo y el tercer día.
Lo que pone en marcha el mecanismo de la lactancia es la expulsión de la placenta. Entonces, si al parir la placenta sale también con el niño ¿por qué a muchas mujeres que han parido por cesárea les tarda más la subida de la leche e incluso tienen que suplementar a sus bebés con leche artificial por «no tener suficiente leche aún»?
Pues es una cuestión de dolor e incomodidad e incluso shock emocional, ya que una cesárea es una intervención de cirugía mayor por lo que implica un dolor postoperatorio, incomodidad derivada de la intervención que hace que no sepas como colocarte el niño al pecho y una interferencia en muchas ocasiones en las primeras dos horas de vida extruterinas del niño, en las cuales madre e hij@ deben tener la posibilidad de poder estar juntos, piel con piel y con libre acceso al pecho en las madres que quieran amamantar, pero por desgracia, esto se ve obstaculizado en muchas ocasiones, afectando entre otras cosas al inicio de la lactancia. Después, en la habitación del hospital reciben visitas y la madre en muchas ocasiones está atendiendo esas visitas y posponiendo la lactancia para cuando esté sóla, ya que el dolor y la incomodidad de la intervención hacen que le resulte más difícil encontrar una postura para amamantar y así van pasando las horas y el caso es que la naturaleza programa a ese bebé recién nacido para estar en un estado activo de querer succionar el pecho durante las dos primeras horas de vida y después entra en una somnolencia profunda durante unas cuantas horas, así que debiera propiciarse la conexión madre-hijo siempre que fuera posible.
En el caso de que queriendo, no se pueda amamantar al niño en las dos primeras horas y después el niño no se coja, ha de usarse un sacaleches para extraer el calostro y administrarlo al bebé con una cucharita o con la técnica dedo-jeringa y hacerse extracciones cada 2-3 horas hasta que el bebé se coja al pecho.
Al principio, será muy poca cantidad de leche la que extraeremos, pero es que el volumen del estómago de un bebé el primer día de vida es de entre 5 y 7 ml., así que es lógico pensar que la cantidad de líquido extraída con el sacaleches ha de ser acorde.
Con toda esta información, debieran existir unas pautas que propicien la conexión física y emocional desde el nacimiento entre la madre y el hijo, que se les ayuden a encontrar una postura para amamantar lo más cómodamente posible tras la intervención, que dispongan de intimidad en la habitación y que se les explique que pueden hacer uso del sacaleches antes que poner como solución «la ayudita» de leche artificial en una madre que ha expresado querer alimentar a su hijo con su leche. La suplementación con leche artificial en una mujer que desea amamantar solo debiera darse bajo prescripción médica, habiéndose descartado previamente la posibilidad de suplementación con la leche de la propia madre.
Espero que os haya sido útil.
Gracias por vuestra lectura.